La espiritualidad tiene que ver con el sentido pleno, con la visión elevada, pero esa plenitud y esa
elevación convocan a una perspectiva que, si bien tiene su dificultad, no admite el cultivo del reparo,
la objeción y el reproche que suele caracterizar a muchos planteamientos que se afincan en el campo de
la espiritualidad buscando una pureza imposible.
El espíritu de una persona es lo profundo y dinámico de su propio ser: sus motivaciones mayores y
últimas, su ideal, su utopía, su pasión, la mística por la cual vive y lucha y con la cual contagia.
“Espíritu” es el sustantivo concreto, y “espiritualidad” es el sustantivo abstracto. En lenguaje común
estas dos palabras se usan indistintamente: “Fulano tiene mucho espíritu, tiene una espiritualidad
profunda”.

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